jueves, 22 de octubre de 2009

El déficit atencional no es un "síntoma"


Los días 14, 15 y 16 de octubre, tuvo lugar el II Seminario de Salud Mental Infantil organizado por la Universidad Central. Estuvo muy interesante. Los expositores, expertos cada uno en su área, abordaron distintas temáticas relacionadas con la prevención e intervención en salud mental infantil.

Yo sólo pude ir el 14 y el 16, me salté el día del medio, así que no puedo hacer un comentario exhaustivo del seminario. Sin embargo, no puedo dejar pasar esta oportunidad para hablar acerca de un tópico muy específico y que me parece muy relevante.

Cuando a Felipe Lecannelier (Director del Centro de Estudios Evolutivos e Intervención en el Niño de la Universidad del Desarrollo) le preguntaron acerca de la relación entre los trastornos del apego y el déficit atencional, fue enfático: "un apego desorganizado no causa déficit atencional. El déficit atencional tiene un componente neurobiológico y genético muy importante. Un trastorno del apego puede exacerbar el déficit atencional, pero no lo va a generar por sí solo".

En contraste, el destacado psicoanalista Sebastián León, durante su presentación hizo un llamado a los psicológos a "ir más allá del síntoma, más allá de la fobia, más allá del déficit atencional...", para desenterrar los verdaderos orígenes de los problemas psicológicos que aquejan a los niños. En una viñeta clínica, extraída de su libro Psicoanálisis Infanto-juvenil, narró el caso de un niño con fobia escolar, y describió parte del proceso de ir develando, capa a capa, los elementos en juego (muchos de ellos generados en una relación madre-hijo poco sana), y que se esconden bajo la superficie del "síntoma". Así, propuso la idea de que muchas veces, lo que parece un trastorno conductual, es en realidad expresión de conflictos psicológicos intersubjetivos, como por ejemplo el caso de un niño hiperactivo, cuya hiperactividad sirve al propósito de alegrar a su madre deprimida, quien lo describe como "su payasito".

Ciertamente estamos frente a dos posturas distintas en lo que a paradigmas se refiere. Felipe Lecannelier es un investigador, y como tal debe ceñirse a los parámetros que la investigación científica ha establecido como válidos. En cambio, Sebastián León, desde la clínica psicoanalítica y parado en un paradigma más postmoderno, cuestiona las etiquetas y diagnósticos tradicionales, en la búsqueda del significado y lo particular de cada caso individual.

Hasta ahí todo bien. To each his own, como dicen por ahí... En una disciplina como la nuestra, se sabe, coexisten múltiples miradas y las escuelas teóricas se multiplican como hongos al pie de un árbol frondoso.

Sin embargo, acá me parece que hay un problema que va más allá de las simples diferencias ideológicas, filosóficas, epistemológicas, o como quieran llamarlas, y ese problema es que si no nos ponemos de acuerdo en cosas básicas y fundamentales como qué constituye un trastorno y qué no, qué constituye un síntoma y qué no, va a ser difícil que podamos ser eficaces en ayudar a quienes sufren a causa de esos trastornos, síntomas y síndromes.

Específicamente, el déficit atencional es uno de los trastornos neuropsiquiátricos del desarrollo más frecuentes y de mayor impacto en la salud mental de los niños y adultos que lo sufren. Tal como Felipe Lecannelier (que también es psicólogo clínico y atiende pacientes) afirmó, los componentes genéticos del déficit atencional son muy importantes. De hecho la heredabilidad del síndrome es de un 76% (uno de los índices de heredabilidad más altos en condiciones psiquiátricas), lo que implica que la variación de los rasgos que aparecen como los principales síntomas del trastorno es influenciada mayoritariamante por los genes. Además, esos síntomas que caracterizan al déficit atencional, tal como están descritos en el DSM IV (la biblia de los trastornos mentales), corresponden a criterios extremadamente rigurosos y derivados de estudios empíricos exhaustivos, que confieren al diagnóstico -cuando está correctamente realizado- una gran validez.

Con respecto a las bases neurobiológicas del déficit atencional, el año 2007 -y sumándose a una extensa literatura científica que da cuenta de las anormalidades en el funcionamiento cerebral que se han documentado en el trastorno-, un importante estudio del grupo de Judith Rapoport, demostró un retraso funcional en la maduración de la corteza cerebral en niños con déficit atencional, al compararlos con niños sin el síndrome. Este retraso fue de hasta cinco años en las zonas prefrontales, las que hacen posible el autocontrol y la regulación cognitiva, emocional y conductual.

Valga todo esto para dejar muy claro que lo que conocemos como déficit atencional es un trastorno válido, muy frecuente y que puede representar un menoscabo funcional muy importante para quienes lo sufren. La literatura está ahí, para quien quiera revisarla, no voy a dar la lata de mencionar a todos los autores, pero las evidencias son abrumadoras y convincentes.

Ahora bien, los genes por sí solos no explican toda la historia, y si la heredabilidad es de un 76%, todavía queda un margen de 24% para que el ambiente influya en el cómo se va a manifestar y qué curso va a seguir el síndrome a lo largo de la vida. En ese espacio podemos entender cómo un apego desorganizado, por ejemplo, probablemente intensificará las dificultades de los niños que no tuvieron la suerte de contar con cuidadores primarios "suficientemente buenos".

No me cabe duda que las intervenciones psicoanalíticas que buscan desentrañar los mecanismos ocultos e inconscientes, que subyacen a ciertas perturbaciones psicológicas, son muy terapéuticas y útiles en la mayoría de los casos. También creo que, efectivamente, en muchos casos puede existir un sobrediagnóstico de déficit atencional y, tal vez, muchos niños han recibido el diagnóstico equivocadamente, presentando otro tipo de problemática que sólo superficialmente se asemeja al síndrome.

Sin embargo, lo que me preocupa es que en un contexto como este, de un seminario de salud mental infantil dirigido a psicólogos en formación y a alumnos de pregrado, se propague la idea de que un problema serio como el déficit atencional no es más que un síntoma de otra cosa, ya que esto presenta el riesgo a futuro de dejar a muchos niños que sufren las consecuencias de este síndrome sin tratamiento oportuno.

He aquí algunos estudios publicados importantes, para quienes quieran profundizar un poco más:

Acerca del retraso en la maduración cortical, en el sitio del National Institute of Mental Health.

Acerca de la heredabilidad.

5 comentarios:

  1. que bueno!! super clarito.
    confio en la confluencia de ambas, a veces la hiperactividad puede ser un sintoma y otras un problema neurobiologico. ademas de la sobreeeeeeeeeeeeeeeee diagnostico atroz, el niño parpadea y tiene deficit de atencion y lo diagnostica cualquiera, los profes ahora, hay varios, dominan las salas, los alumnos a punta de aradix.
    y los padres hacen caso, van a la psiquiatra y ahi quedan.
    por eso la importancia del buen diagnostico.
    como experiencia personal he visto niños con claro deficit de la atencio y la actividad, y otros que en la media que transcurre la evaluacion gracias al espacio terapeutico disminuyen su hiperactividad... quizas por que han enconetrado un lugardonde ser mirados y contenidos..
    en fin. super bueno, claro interesante e ilustrativo
    saludos
    andrea

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  2. Hola! Gracias por tu elogioso comentario.
    El diagnóstico, tal como dices, es de fundamental importancia. Los criterios que se han establecido para el diagnóstico de niños según el DSM IV son muy rigurosos, de manera que si la evaluación está bien hecha y el niño no tiene déficit atencional, sino otro problema, lo más probable es que el diagnóstico salga negativo. Entonces el punto es quién hace la evaluación, más allá de si es psiquiatra o psicólogo o psicopedagogo, lo que importa es que tenga un conocimiento sólido de las distintas manifestaciones del síndrome y de las escalas de evaluación (cuestionarios para padres, profesores, de situaciones en el hogar, etc.).
    Si resulta que el niño en cuestión sí tiene déficit atencional, entonces necesita y merece un tratamiento adecuado (médico y psicosocial). Luego, una vez que la neurobiología del síndrome haya sido domesticada y el niño esté en condiciones de avanzar de forma adecuada en la escuela y en su casa, recién entonces me parece que sería apropiado empezar a explorar otro tipo de problemáticas emocionales o relacionales que pudieran estar presentes.

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  3. Ojo con el reduccionismo biológico y estadístico. Partes del supuesto de plantear el "déficit atencional" como un "trastorno neuropsiquiátrico", a partir de una fe ciega en el DSM IV ("biblia de los trastornos mentales") y en los "estudios empíricos exhaustivos", sin interrogarlos ni discutirlos.

    Me preocupa que difundas una insuficiente comprensión de la noción psicoanalítica de síntoma, exponiendo eventualmente a los niños a la alienación de quedar posicionados en lugar de objetos, sin interrogar su posición subjetiva.

    Interesante comentario, pero precipitado: hace falta mayor comprensión y lectura de lo postulado por el psicoanálisis en torno al "déficit atencional".

    Puedes avanzar en tu desarrollo del tema. No te apures.

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  4. ¡Qué bueno! ¡por fin hay un poco de debate en este blog!
    Primero lo primero: estoy lejos de tener una "fe ciega" en el DSM IV. Justamente al contrario, una de las virtudes de los acercamientos empíricos (positivistas, si tú quieres) a la realidad, es que las conclusiones y modelos que surgen a partir de la investigación son constantemente revisados a medida que nuevos hallazgos van apareciendo. Así, en el mismo DSM se puede observar como las conceptualizaciones acerca del déficit atencional han ido cambiando a través del tiempo, desde que era considerado una "disfunción cerebral mínima" o una condición exclusiva de la infancia. De hecho, varios de los investigadores que han contribuido en la caracterización del síndrome, están replanteando sus modelos teóricos, cosa que sin duda se va a ver reflejada en la próxima edición del DSM. Más aún, gente como Xavier Castellanos, uno de los neurocientíficos que más ha aportado a la comprensión de las diferencias neuroanatómicas y funcionales en los niños con déficit atencional, ha criticado la "reificación ontológica y psicológica" del síndrome, en lugar de mantenerse como un "constructo clínico útil", que es lo que en realidad representa. Hasta ahora, nadie sabe con certeza cuáles son los mecanismos, genéticos y neurobiológicos, o la interacción de éstos con los factores ambientales, que generan eso que hoy conocemos como déficit atencional, no obstante los increíbles avances que las neurociencias han aportado a la mejor comprensión del trastorno.
    En segundo lugar, no presumo ni pretendo comprender ni difundir nociones psicoanalíticas de ningún tipo. Estoy lejos de ser un experto en psicoanálisis (con lo mucho que me gusta la profundidad teórica y clínica de muchos de los autores de esa escuela). Cuando me refiero a que el déficit atencional no es un "síntoma" de otra cosa, lo que busco es evitar confusión en los no iniciados en estas temáticas. Probablemente, desde una perspectiva psicoanalítica, humanista o sistémica el déficit atencional sí pueda ser considerado un síntoma, y con justa razón. En este terreno sería muy interesante que tú pudieras profundizar un poco más.
    Finalmente, mi propia impulsividad me lanza hacia adelante toda vez que un tema me apasiona, de manera que "lo precipitado" es parte de mi impronta personal.
    Saludos y gracias por comentar!

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  5. Bien por el diálogo. Un aporte a la discusión:

    http://www.efba.org/efbaonline/weskamp-09.htm

    http://www.depsicoterapias.com/site/articulo.asp?IdSeccion=13&IdArticulo=504

    Saludos cordiales

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