domingo, 4 de octubre de 2009

La "enfermedad mental" de Cisarro

Twelve years and nothing to lose
Violence a way of life..
Don't care for the future,
Cut reality with a knife
-- CRIMINAL "Sicario"

Cuando el Dr. Rodrigo Paz, jefe de la Unidad de Corta Estadía Psiquiátrica del Hospital Calvo Mackenna, apareció en la noticias afirmando que las conductas -extremadamente violentas y antisociales- de Cisarro y su primo Diego eran causadas por una enfermedad mental, se desató una polémica marcada por posiciones divergentes y polarizadas.


Una gran mayoría piensa que el origen de la delincuencia hay que buscarlo en el entorno adverso en el que a estos niños les ha tocado en suerte crecer. Generalmente se le atribuye a la extrema pobreza un rol preponderante en el oscuro destino que parece aguardar a quienes deben crecer enfrentando sus vicisitudes. Otros esgrimen el argumento de que la disfunción familiar socavaría las bases mismas de la formación de la identidad, dando lugar a rasgos antisociales de personalidad y trastornos conductuales.


En el seno mismo del ámbito profesional de la salud mental, suele existir antagonismo entre la posición bio-médica de la psiquiatría y los enfoques psico-sociales de la psicología y el trabajo social. Por ejemplo, los debates acerca de si la depresión se debe a un desequilbrio neuroquímico del cerebro o, más bien, al resultado de traumas psicológicos o experiencias adversas, han sido bastante difundidos. En esta línea, desde la postura de la psicología sistémico-familiar, por ejemplo, se propone que la falta de un apego seguro entre madre e hijo, sería un factor crucial en la probabilidad de emergencia de psicopatología en etapas posteriores.


Así, la discusión suele estar dividida entre los argumentos biológicos -que plantean que la disfunción de ciertas regiones cerebrales, causadas por influencias genéticas, estarían a la base de los problemas conductuales y psicológicos de los infortunados herederos de tales determinantes- y los argumentos psicológicos, que suelen menospreciar los factores biológicos para subrayar la influencia de la familia, el entorno y el aprendizaje en la génesis de los trastornos mencionados.


Como psicólogo clínico (y apasionado por las neurociencias), estoy parado en un terreno intermedio. Por un lado, mi formación académica, profesional y clínica, me obligan a mantener una mirada humanista y contextual de los problemas psicológicos y emocionales de las personas; por el otro lado, no obstante, mi postura epistemológica es la del monismo materialista emergente, que postula que los niveles más complejos de la existencia (la conciencia, el pensamiento, las emociones, etc.), emergen a partir de las propiedades funcionales de los niveles inferiores. A modo de ejemplo, las propiedades metabólicas de las células no se pueden comprender cabalmente sin antes entender los mecanismos moleculares que permiten las reacciones enzimáticas en su interior. Del mismo modo, a niveles de mayor complejidad, sabemos que sin el funcionamiento adecuado de las estructuras y circuitos cerebrales de los cuales depende, la vida mental se desintegra irreme
diablemente.

El propio Freud, padre del psicoanálisis -y de la psicoterapia en general, como la conocemos hoy en día- hace un siglo afirmaba que "...las deficiencias de nuestra teoría se subsanarían si fuésemos capaces de sustituir los términos psicológicos por formulaciones fisiológicas y químicas" (Más allá del Principio del Placer, 1920). El viejo Sigmund predijo también, con entusiasmo, que llegaría el día en el que las "energías del Ello" serían controladas por determinadas "sustancias químicas", en una época en que los psicofármacos estaban lejos de ser una realidad.

Justamente, en el caso de Cisarro, uno de los cuestionamientos de mayor cobertura mediática ha sido el del uso de la clozapina (un antipsicótico atípico) en el tratamiento del niño. Además de clozapina, se ha utilizado Ritalín (metilfenidato), con el resultado de cambios conductuales bastante impactantes, reduciéndose bastante el descontrol de impulsos y la agresividad. No obstante ello, se han alzado las voces de protesta frente a lo que consideran "drogar" al niño, o también frente a lo que catalogan de un enfoque reduccionista, que no consideraría la precariedad familiar y social en que Cisarro ha crecido.

Pues bien, existen muchos estudios (publicados en revistas científicas indexadas) acerca de las bases neurobiológicas de los trastornos conductuales y la personalidad antisocial, los cuales aportan evidencias empíricas muy potentes para la comprensión de esta problemática. Así, estas investigaciones han conseguido esclarecer algunos de los mecanismos neurobiológicos subyacentes, demostrando que, efectivamente, existen alteraciones genéticas que predisponen con una altísima probabilidad el que ciertos niños terminen en la carcel en su edad adulta, por ejemplo.

Al revisar esta literatura -y partiendo de la premisa básica de que la mente es fruto del funcionamiento del cerebro-, si se identifican ciertas disfunciones en los circuitos cerebrales que hacen posible el control de los impulsos agresivos y la regulación emocional, por ejemplo, se hace mucho más plausible la idea de "enfermedad mental" a la que hacía alusión el Dr. Paz y que tanta controversia suscitó en los distintos medios.

Desde luego que a nadie se le ocurriría negar que las influencias ambientales son también fundamentales a la hora de comprender las desventuras de estos niños, de hecho, el aprendizaje y la memoria de los eventos que definen nuestra existencia dependen de cambios en la conectividad sináptica de los circuitos cerebrales que registran la experiencia. Dicho de otra manera, lo que nos pasa a lo largo de la vida también va moldeando nuestro cerebro y nuestra mente (Yo escribí un post acerca de esto aquí).

Como este espacio es reducido como para abordar en detalle los pormenores de la investigaciones científicas mencionadas, invito a quienes quieran profundizar un poco más en los intrincados mecanismos neurobiológicos de la conducta antisocial, a leer -a modo de primicia exclusiva- el capítulo "Bases neurobiológicas de la conducta antisocial en niños con déficit atencional", de pronta aparición en el tratado de pediatría de Meneghello.

2 comentarios:

  1. qué bueno lo escrito, muy interesante, se puede relacionar con las posturas justamente relacionales de la psicologia, o buscar ideas en el tema de la neurobiologia del apego, si nos remontamos a las dificultades mas "arcaicas" de los probelmas en el control de impulsos.
    andrea

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  2. Gracias por comentar. Efectivamente, hay un montón de estudios dispersos en los temas que mencionas. Por ejemplo el psicoanálisis relacional (o intersubjetivo) ha hecho aportes muy interesantes, al igual que las corrientes más sistémicas, que han ampliado el foco desde la psicopatología "intrapsíquica" a una mirada más interaccional. Como en general las distintas corrientes en psicología tienden a mirarse con recelo las unas a las otras, muchas de las contribuciones importantes de una escuela determinada son aprovechadas sólo por los seguidores de esa corriente teórica. A mí, en cambio, me interesan los esfuerzos integradores, y creo que las neurociencias pueden ayudar mucho a avanzar en esa dirección.

    Saludos,
    Juan Samuel.

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